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Misioneros de esperanza entre los pueblos

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Por el Arzobispo de San Juan de Cuyo, Monseñor Jorge Lozano,

Hoy podemos llegar muy lejos. Nuestro corazón se abre a horizontes que trascienden fronteras y naciones. La Iglesia, como una gran familia, está esparcida por todo el planeta. Es cierto que en muchos lugares como pequeñas, escasas y frágiles semillas. Pero el amor no se mide con criterios de cantidades y resultados palpables.

Muchos pueblos no conocen a Jesús. Ni siquiera han oído hablar de Él. Existen también lugares en los cuales se prohíbe la fe en Cristo Resucitado.

La misión ad gentes no es tarea fácil. Nuestros misioneros y misioneras enfrentan diariamente desafíos como la indiferencia, la persecución, el agotamiento y la soledad. Por eso, es vital sostenerlos con la oración, que es el aliento invisible que fortalece su entrega y compromiso. A través de nuestras súplicas, Dios quiere hablar al corazón humano, llevando consuelo y palabras de ánimo, renovando la confianza en el Amor de Dios que nunca se retira y permanece siempre fiel. Una comunidad orante sostiene y acompaña la misión, mostrando que cada gesto de fe tiene repercusión universal.

En su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, el Papa Francisco nos convoca: “También nosotros sintámonos inspirados a ponernos en camino tras las huellas del Señor Jesús para ser, con Él y en Él, signos y mensajeros de esperanza”. Esta invitación nos impulsa a mirar más allá de nuestras fronteras y a reconocer que cada uno de nosotros puede ser instrumento de esperanza para los pueblos. El lema que nos acompaña este año, “misioneros de esperanza entre los pueblos”, expresa la vocación de la Iglesia de llevar consuelo, alegría y fe a cada rincón del mundo.

Además de la oración, nuestro apoyo económico es fundamental. Este fin de semana realizamos la colecta para las misiones ad gentes, un gesto concreto que permite sostener múltiples servicios de promoción humana en los lugares más necesitados: centros de salud, escuelas, hogares de ancianos, comedores y proyectos de desarrollo. Cada aporte se transforma en alimento, educación, cuidado y esperanza para quienes más lo necesitan. Ser generosos es abrir el corazón y dejar que Dios actúe a través nuestro.

¿Por qué tu ayuda es tan importante?

  • Apoyás la labor de quienes dejan todo por llevar el Evangelio y el amor de Dios a tierras lejanas.
  • Contribuís al desarrollo de comunidades vulnerables, brindando atención médica, educación y refugio.
  • Multiplicás la esperanza en lugares donde parece que todo está perdido, siendo parte de una red universal de solidaridad.

La Iglesia nos llama a ser generosos y a comprometernos con la misión. No como espectadores, sino como protagonistas. La oración y el aporte económico son dos pilares que, juntos, sostienen y multiplican la misión. Que nuestro corazón se abra a la esperanza y que, como comunidad, sepamos reconocer el valor de quienes, en nombre de Cristo, llevan luz donde hay oscuridad.

Seamos misioneros de esperanza entre los pueblos. Que nuestra fe y nuestra generosidad sean signos vivos del Amor de Dios que nunca abandona. ¡Sumate con tu oración y tu aporte!

El Papa León XIV nos pide también sumarnos con la oración del Rosario por la Paz. Pidamos para que se silencien las armas del odio, y den paso al diálogo y la búsqueda de alternativas de convivencia pacífica entre las naciones y los pueblos.

El jueves pasado el Papa León publicó su primera Exhortación Apostólica. Y nos comparte una confidencia: “En continuidad con la encíclica Dilexit nos, el Papa Francisco estaba preparando, en los últimos meses de su vida, una exhortación apostólica sobre el cuidado de la Iglesia por los pobres y con los pobres, titulada Dilexi te, imaginando que Cristo se dirigiera a cada uno de ellos diciendo: no tienes poder ni fuerza, pero «yo te he amado» (Ap 3,9). Habiendo recibido como herencia este proyecto, me alegra hacerlo mío —añadiendo algunas reflexiones— y proponerlo al comienzo de mi pontificado, compartiendo el deseo de mi amado predecesor de que todos los cristianos puedan percibir la fuerte conexión que existe entre el amor de Cristo y su llamada a acercarnos a los pobres” (DT 3).

Te invito a leer y disfrutar este Documento.