Alejarse no es sano. Algunas ideas para pensar la importancia de la cooperación sanitaria
A la luz de las múltiples funciones y logros históricos de la Organización Mundial de la Salud – OMS , el reciente alejamiento del Gobierno argentino de este organismo plantea serias preocupaciones desde el punto de vista jurídico internacional, de salud pública y de derechos humanos.
La OMS es la máxima autoridad mundial en materia de políticas y directrices para mejorar la salud, estableciendo normas sanitarias, liderando la agenda de investigaciones, articulando políticas basadas en evidencia y brindando apoyo técnico a los países. Entre sus logros se destacan la erradicación de la viruela en 1980, la reducción casi total de la poliomielitis y la consolidación de programas de vacunación que previenen entre 3 y 3,5 millones de muertes anuales.
En un mundo globalizado en el que la salud no tiene fronteras, la OMS actúa como un puente esencial para la cooperación internacional. Mediante instrumentos como el Reglamento Sanitario Internacional – RSI – y, en la actualidad, la elaboración de un nuevo acuerdo mundial sobre pandemias, la organización ha establecido un marco normativo que obliga a los Estados a colaborar para prevenir y controlar riesgos sanitarios que trascienden fronteras.
Además, iniciativas como el Convenio Marco para el Control del Tabaco y el Programa Ampliado de Inmunización han contribuido a mejorar la calidad de vida de millones de personas, garantizando el acceso a medicamentos de calidad, la protección ante emergencias sanitarias y la promoción de prácticas saludables.
Desde una perspectiva jurídica, la participación en organismos multilaterales como la OMS constituye una obligación implícita para los Estados comprometidos con la protección del derecho de la salud, reconocido en múltiples instrumentos internacionales. El distanciamiento de Argentina de la OMS podría interpretarse como una renuncia a mecanismos de cooperación esenciales, lo que afecta no solo la capacidad del país para adoptar políticas basadas en evidencia, sino también el cumplimiento de sus compromisos internacionales en materia de derechos humanos.
La falta de alineación con las directrices y recomendaciones internacionales debilita el principio de solidaridad y la capacidad de respuesta ante emergencias sanitarias, poniendo en riesgo la protección de la salud de la población.
En el ámbito de la salud pública, la experiencia acumulada por la OMS es insustituible para cualquier nación. Su intervención en 87 emergencias sanitarias entre 2020 y 2021, su liderazgo en la respuesta a crisis como la pandemia de COVID-19 y su compromiso en la lucha contra amenazas emergentes, como la resistencia a antimicrobianos, evidencian la importancia de contar con una estrategia coordinada a nivel global.
Asimismo, la promoción de políticas integrales frente al cambio climático, considerado la mayor amenaza para la salud en la actualidad, refuerza la necesidad de colaboración internacional para mitigar riesgos ambientales y garantizar entornos saludables.
En definitiva, en un mundo donde la salud trasciende fronteras y donde la cooperación internacional ha sido clave para erradicar enfermedades mortales y mejorar la calidad de vida, el alejamiento de la OMS resulta contraproducente.
El distanciamiento podría aislar a Argentina de importantes debates científicos y de políticas sanitarias internacionales, lo que, en un contexto de crisis o emergencias, repercutiría negativamente en la capacidad del Estado para responder de manera oportuna y eficaz. La falta de alineación con estándares y recomendaciones internacionales puede, además, conducir a una fragmentación de la política sanitaria interna y a la adopción de medidas menos efectivas, afectando de forma directa la salud de la población.
Reconsiderar esta postura y restablecer un compromiso activo con la organización es una necesidad imperiosa para garantizar la protección del derecho de la salud, fortalecer la respuesta ante emergencias y asegurar que las políticas sanitarias estén siempre fundamentadas en la mejor evidencia científica disponible. Solo a través de la colaboración global se podrá avanzar hacia un futuro en el que cada ciudadano cuente con las garantías de una atención sanitaria de calidad y el acceso a los recursos que permiten enfrentar los desafíos del siglo XXI.

