Proyecto de investigación «Desarrollo y evaluación tecnológica de bioinsumos»

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El convenio tiene por objetivo establecer un marco de actuación conjunta entre el Gobierno de la provincia de San Juan, a través de la Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación – SECITI – y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria – INTA -, por medio de la Estación Experimental Agropecuaria – EEA – San Juan.

Con este acuerdo se pretende cooperar en el diseño, financiación e implementación de proyectos de investigación y desarrollo que contemplen propuestas concretas de aplicación de conocimientos generados en el sector agropecuario de la provincia de San Juan. Los resultados podrían contribuir al diseño de políticas públicas que el gobierno de la provincia pueda implementar.

Como parte de la gestión ambiental, la bioeconomía es un nuevo paradigma de desarrollo económico que replantea los vínculos entre la agricultura y la industria. Se basa en la creación de competitividad genuina, reconociendo las sinergias entre los distintos sectores y actores en las cadenas productivas. El aprovechamiento de la biomasa a través de nuevos conocimientos y la innovación, así como la “circularidad” ambiental implícita en las mismas, son los aspectos destacables que permiten un crecimiento económico sostenible a través del desarrollo de nuevas actividades y cadenas de valor basadas en la obtención de bioinsumos.

Ante la exigencia de producir alimentos inocuos y proteger al medio ambiente, la agricultura -y la investigación vinculada a su mejoramiento- han empezado a dar un giro hacia la puesta a punto y empleo de los bioinsumos, marcando una tendencia que apunta a la producción sustentable. El término “bioinsumos” alude a los productos cuyo origen es el residuo o un subproducto de la agricultura o de la industria, los que son tratados o bien pueden ser obtenidos de algún vegetal. Se transforman, se procesan y vuelven al ciclo de la naturaleza. Están divididos en dos grandes partes:

  • Los biofertilizantes: contienen microorganismos vivos y gran cantidad de materia orgánica. Al ser aplicados en los suelos, mejora sus características físicas, químicas y biológicas, promoviendo el desarrollo de las plantas al incrementar el suministro y sobretodo la disponibilidad de nutrientes. Este tipo de productos se presenta como una alternativa real a los productos sintéticos.
  • Los bioinsecticidas: controlan plagas, no son de origen químico, sino que se obtienen a partir del residuo de otra industria.

De esa manera se cerraría el ciclo natural y el proceso es más amigable para el medio ambiente. Son productos que no dejan residuos tóxicos en el medio ambiente y cuya utilización no implica riesgos para la salud de los agricultores y de los consumidores

En relación al proyecto, Luis Bueno su director, que encabeza un grupo de veinte profesionales detalló: “La idea es generar bioinsecticidas a través de la destilación de la flora autóctona o de alguna especie aromática que se cultiva, se obtienen aceites esenciales que pueden ser insecticidas. También se trabajará con la saponina que es obtenida del residuo de la quinua”

En San Juan, se generan gran cantidad de residuos y subproductos de naturaleza orgánica, que en su mayoría no son aprovechados ni reutilizados. Particularmente, el sector de producción de aceite de oliva provincial, se generan anualmente entre 60 y 80 mil toneladas de alperujo, un residuo semisólido que puede ocasionar serios inconvenientes medioambientales si no es manejado de manera adecuada. Respecto a este biofertilizante, Bueno añadió que «se propone extraer el antioxidante que posee el alperujo para que vuelva a la tierra ya que posee nutrientes y microorganismos que activan el suelo. Entre sus compuestos bioactivos, se destacan el hidroxitirosol y el tirosol por su elevado valor comercial como antioxidante dado por sus potenciales usos en industrias pecuarias, alimenticias, farmacéuticas y cosméticas.

Por último, la agricultura también genera muchos residuos, de la poda, de las hojas que se caen y de los animales que están en la misma finca. Con eso se genera un compostaje que permite armar un fertilizante orgánico. La propuesta en este trabajo es obtenerlo y a su vez probarlos.

Respecto al lugar donde se realizará el trabajo de campo, el investigador dijo: “El trabajo se fue separando. En la EEA tenemos una fábrica de aceite, entonces todos los subproductos los vamos a obtener de esta fábrica y los vamos a probar en cultivos en la experimental. El fertilizante sólido lo vamos a realizar en una finca de un productor para tomarlo como lugar de base. De esta manera, otro productor podrá realizar lo mismo. Eso lo tratamos de generar para que sea un lugar o finca modelo de realización de estas prácticas”.

Luis Bueno destacó que «lo que proponemos es generar las pautas para que el productor pueda realizarlo en su casa o también una industria. El trabajo se llevará a cabo en escala chica, pero tiene la instancia de generar protocolos para que se puedan implementar a gran escala. El beneficio es cuidar el medio ambiente y la posibilidad de consumir productos más saludables. Al mismo tiempo, esta actividad reduciría los costos porque el productor no compraría esos insumos, sino que los produciría”.